Querido lector

Querido lector:

Esta historia es un Fan Fiction dedicado a Tokio Hotel. Publicado entre 2009 y 2013, reeditado en 2015. Por Agatha F.

¡Feliz lectura!

Dekatherine Primera Parte Capitulo 1






Prefacio.



Corrí por el pasillo sintiendo una terrible confusión; llegue a la puerta y la abrí de forma violenta. Mi cerebro no podía procesar lo que acababan de decirme unos segundos atrás y mi mente parecía estar desconectada de mi cuerpo, Entre a la habitación y la encontré ahí, inmóvil, con los ojos cerrados, igual que como la había visto la ultima vez que estuve a su lado, antes de que me separaran de ella, dentro de mi confusión pude notar que ya no estaba conectada a ninguno de esos aparatos médico y tampoco sonaba el constante pitido de la maquina que monitoreaba su corazón.

Me quede ahí, de pie como una estatua, sintiendo como si la sangre se congelaba en mis venas. Estuve observándola unos instantes, tendida en aquella gran cama de hospital, se veía tan tranquila, sumida en un sueño tan profundo, tan frágil. intente convencerme de que todo estaba bien, de que ella solo dormía. Poco a poco logre que mis piernas se movieran y comencé a acercarme lentamente hacia un lado de la cama. La llame, una, dos, tres veces. No respondió…

De pronto sentí el frio golpe del dolor. Mi desesperación y angustia fueron tal, que me abalance hacia ella tomándola en brazos, la levante de la cama y la apreté contra mi pecho, envolviéndola como si alguien tratara de arrancármela y llevársela. Instintivamente posé mi oído sobre su pecho; nada… no escuchaba nada. Ahí solo había un corazón paralizado.

—Despierta— Le rogué con voz temblorosa. —¡vamos, despierta, tienes que hacerlo; por mi. Despierta!— Grite ahora con mas desesperación mientras mis ojos se llenaban de lagrimas. Mi estado de shock se disipaba siendo reemplazado por la rabia. Comencé a sacudirla tomándola de los hombros. Ella seguía igual. Ya no respiraba. Yo no sabía que mas hacer… todas esas sensaciones acumuladas: miedo, tristeza, dolor y vacío. Todo se mezclaba dentro de mi, desgarrándome a cada segundo.

—¡Despierta!— Le rogué nuevamente llorando— ¡No puedes dejarme así, no puedes irte, lo prometiste.. Regresa, te necesito!

¡Demonios escúchame!— grite eufórico— Abre los ojos y mírame. No pienso dejarte ir.— Seguí sacudiéndola con la fuerte esperanza de lograr una reacción.

—Despierta, te amo ¿escuchaste?.. Te amo y eso nunca cambiará. Te amo, te amo y por eso debes regresar. Reacciona, te lo suplico.— chillé mientras dejaba de sacudirla y la apretaba contra mí una vez mas. Ella siguió sin responder. Era como tomar en brazos a una muñeca de trapo, sin ninguna gota de vida y eso me aterraba, mi esperanza se desvanecía provocando un gran agujero en mi alma.

Alguien me tomo por los hombros y luego otro más quiso arrebatármela de los brazos, pero no lo permití. No me la quitarían así que la sujete con fuerza, y posé mi cabeza en su cuello, mientras su suave cabello me cubría la cara. Aun podía percibir su aroma. Esa dulce y suave esencia que tanto adoraba de ella.
—Por favor, debes tranquilizarte— Me decía una voz asustada detrás de mi mientras me tomaba de los hombros e intentaba moverme.

—¡Suéltame y lárguense todos, déjenme solo!— grite enfurecido. No quería que nadie se acercara, ni siquiera que me tocaran a mi y menos a ella. No iba a darme por vencido, no aceptaría que me abandonará.



















PRIMERA PARTE.







CAPITULO 1.

EL COMIENZO



Tammy, te he dicho que no me interesa tener ningún tipo de relación amorosa— Le reclamaba a mi amiga mientras comíamos en nuestra mesa del McDonald´s después de una agotadora tarde de compras en el centro comercial.

—¡Oooh, vamos Deka!—replicó esta con una sonrisa picara— Pero si Erin es un chico súper sexy. ¿No me digas que no has notado lo bueno que esta? Además, esta que se muere por ti.

—No creo que a Taylor le agrade mucho escucharte hablar asi de otro chico— Respondí en tono acusatorio mientras le daba una mordida a mi hamburguesa.

—Solo digo lo que es— Se excusó como quien no quiere la cosa— Además, una cita con ese chico sería interesante, ¿te apuntas? —

Tammy se había convertido en mi mejor amiga en los casi cuatro años que tenia de conocerla y de vivir en L.A. Después de que decidí dejar Washington junto con algunos aspectos dolorosos de mi vida. Estaba tan agradecida de haberla encontrado, era un poco loca, si, pero también una maravillosa persona a la cual ya consideraba una hermana.

—Tamm— volví a reñirle en tono molesto— Por favor no empieces otra vez con eso y ni se te ocurra hacerla de Cupido conmigo. Además, Te recuerdo que no estaremos mucho tiempo aquí.

—Si, eso es cierto, como olvidar que por fin podre deshacerme de mis padres.— Agregó contenta de recordar nuestra nueva etapa de vida. Las compras habían sido precisamente porque Tammy y yo habíamos decidido estudiar la misma carrera en el extranjero. Para ser más precisa, en Berlín, Alemania. Ahí estaba una de las mejores universidades del mundo y a la cual ya habíamos hecho todos los trámites para asistir.

—Pero, como te decía— Prosiguió ella— Ya sé que él no es tu tipo pero Deka, ¿que pasa contigo? Tal parece que nadie es tu tipo, y de una vez te digo que Joony depp ya esta casado así que no creo que…

—Eres una tonta— La interrumpí poniendo los ojos en blanco y soltando una carcajada— pero que sepas que ni por error andaría con Erín. Además nosotras nos iremos a Berlín y el seguramente a la UCLA, así que no le veo sentido al asunto.

—Entonces ¿que hay de Daniel? Un amor de verano está bien ¿no? y ya después cada uno por su cuenta. —

—¡Tammy, eres una pesada, déjalo ya por favor!— exclame con fastidio—

—Vale vale, que ya me callo— dijo al tiempo que alzaba las manos y mostraba las palmas extendidas en señal de paz.— Yo solo intentaba hacerte entender que la vida es mucho mas divertida si no te lo tomas todo tan enserio.

—Ya vámonos que estoy cansada de tanto comprar— me queje, tratando con ello de dejar ese tema por la paz.

—¡ahh no— Sentenció ella —Prometiste que después de nuestro almuerzo me acompañarías a comprar ese vestido que tanto me gustó. —

—Pero si ya tienes muchos en casa— Le recordé mientras dejábamos nuestra mesa.

—Si, pero este es precioso, ¿es que no lo viste? Seguramente habrá una que otra fiesta a la que necesitaremos asistir y ese es perfecto, además es muy sexy y combina con los zapatos que me compré. —

—Era bonito, si. Pero tu tienes más que son mejores, y no los has usado aún— Le reproche sutilmente, en realidad lo único que quería era irme a casa, estar de compras solía ponerme de mal humor.

—Por favor, ven conmigo. Te prometo que es la ultima tienda y después nos iremos.— Suplicó mientras tiraba de mi brazo.

—Bien, pero en ese caso, tu iras conmigo a la librería, quiero comprar algunos libros— Le advertí, aquello era cierto.

—Vale, iré a donde tu me pidas.— acepto no muy convencida, no es que Tammy odiase las librerías, lo que no soportaba era la música y el ambiente que la hacían sentirse aburrida incluso en tan solo unos minutos de haber entrado en una.

Deje que ella me guiara hacia la tienda mientras caminábamos tomadas del brazo. Era gracioso que fuésemos tan unidas, siendo que ella era la reencarnación de la alegría y la diversión mientras que yo, bueno, era mas bien aburrida. Supongo que aquella era la formula que hacia funcionar nuestra amistad.












Hola, niñas ¿que tal las compras? — saludo tía Andy que acababa de llegar, cruzo el salón y se acerco a las bolsas con logotipos de distintas marcas que estaban esparcidas por todo el sofá, algunas que se habían caído al suelo.

—Agotador— Respondí en un suspiro y despatarrada en el otro sofa que estaba libre.

—Fue divertido— Respondió Tammy con una gran sonrisa. No entendía como podía tener tanta energía para incluso esculcar entre sus bolsas y revisar sus compras, yo no deseaba ya ni moverme después de todo un día en el centro comercial.

—Pues parece que también muy productivo, ¡mira cuantas bolsas!—

Y tienes que ver las cosas geniales que hemos conseguido, yo me compre un par chaquetas, bufandas, tenis, bolsos de mano y algunos jeans. — Tammy respondió emocionada.

—Solo le ha faltado comprarse toda la tienda de deportes— Bromeé, lo cual las hizo sonreír.

—Bueno, deben comprenderme, hace mucho tiempo que no hacia compras y de verdad que ya lo necesitaba— reiteró Tammy muy orgullosa de si misma.

—Seguramente al llegar a Berlin lo primero que harás será buscar el centro comercial más cercano— Agregué en tono de burla. Andy rió mientras que Tammy me miro con mala cara y enseñó la lengua mostrando su fingido descontento.

—Te apuesto cincuenta dólares, los cuales ganaré, a que eso es cierto— Esta vez la respuesta de mi amiga vino en forma de una caja vacía de zapatos, la cual logre esquivar a tiempo, evitando asi que se estampara contra mi cara.

—¿Ya han tomado el almuerzo? — Preguntó Andy, contagiada del entusiasmo de Tammy.

—Lo hemos hecho en el McDonalds— Respondimos al unisono.

—Bien, pues yo si que muero de hambre, iré a la cocina para ver que ha preparado Anna, las veré después.— diciendo aquello abandono el salón.

Permanecimos un instante en silencio, en el que Tammy siguió en sus asuntos y  yo cerré los ojos pensando en las cosas de las cuales aun debía ocuparme antes del viaje.

—¿Y que piensan hacer con Taylor?— Le pregunte un momento después mientras me quitaba los tenis y me ponía mas cómoda en el sofá.

—¿Cómo?— Inquirió confundida pues estaba absorta entre zapatos y ropa.

—Si, ya sabes, Tu en otro país y el aquí— agregue, ella revolvió cosas antes de hablar.

— Ah, eso— Respondió en tono resignado— Ya lo hemos hablado y estamos de acuerdo en que no tiene sentido seguir una relación a distancia.

—¿me estás diciendo que ya terminaron? — Inquirí sorprendida por la noticia.

—Si— Su respuesta tranquila y sus manos inquietas me hicieron saber que no se sentía lista para hablar de aquello aún.

—Lo siento. ¿por qué no me lo habías contado antes?—

—Fue ayer por la tarde— Respondió cohibida— no quería hablar del tema, quería disfrutar de nuestras compras.

—¿Y están seguros de su decisión?— Pregunte con calma.

—Si, es lo mejor, no creo que sea justo para ninguno de los dos alimentar falsas esperanzas a distancia— Su tono de melancolía me hizo sentir pena por ella. —Además, lo nuestro no es amor. No voy a negar que lo quiero mucho y que lo extrañaré, pero creo que era más la costumbre que otra cosa. —

—Y como te sientes— Pregunte nuevamente, entendía que no deseaba hablar mucho, pero eso era lo que las amigas hacían ¿no? Tratar de que librar un poco la pena de la otra.

—Confundida— respondió ella acercándose y dejándose caer a mi lado en el sofá.

—Pues, nuevamente lo siento— Le dije con voz tierna mientras le daba un gran abrazo. Quizás debía decir algo mas, palabras mas alentadoras que un simple “lo siento”, pero no se me ocurría nada así que solo podía abrazarla.

—Nuestra vida en Berlin será una buena aventura, así que no dudo en que lo superaré— me respondió en un fingido tono de alegría. Tammy era mucho mas extrovertida que yo, como ella solia decir, no se tomaba todo  tan enserio e incluso algunas veces los transformaba en experiencias graciosas pero, estos años de amistad me habían servido también para captar su verdadera esencia.  cuando algo la afectaba de verdad, no podía ocultarlo y menos a mí.















 . . . 











Bien chicos, creo que eso es todo por hoy — dijo David oprimiendo uno de los botones de la consola de mandos que tenia enfrente para que mi hermano pudiera escucharlo.

—Si, estoy de acuerdo — agregó un agotado Bill desde la cabina de grabación, de donde  había pasado las ultimas ocho horas grabando su voz para las canciones de nuestro nuevo álbum. Llevábamos seis meses trabajando arduamente en cada detalle y puesto que mi hermano y yo eramos también los productores, eso significaba más horas en el estudio para nosotros.

—No se ustedes, pero yo estoy muerto y necesito mi cama. —anuncio Georg bostezando, recostado en uno de los sofás de cuero que hacía algunas veces de cama.

—Y pensar que solo la ocupas para dormir, que triste tu vida. — Comente burlándome.

—Cállate Kaulitz— Respondió en voz cansada pero sin poder evitar sonreír.—

—Mañana grabaremos los acordes de guitarra y el bajo —intervino David, levantándose de su silla giratoria. —Así que Georg…—

—No llegues tarde.— completamos todos al unisonó al tiempo que lo señalábamos con el dedo en modo reprobatorio.

—¡Bahh! Que solo fue una vez. — Se quejo poniendo los ojos en blanco.

—Pues yo he contado tres en esta semana— Agregó Gustav desde una esquina, sin siquiera alzar la vista de su teléfono móvil.

—¿Tu también? — Se quejo Georg. —Si no fuese por tus ronquidos de orangután que taladran mis oídos, quizá podría dormir mejor y por ello, levantarme mas temprano.—

—Y hablando de ello— David que ya iba de salida, se volvió hacia nosotros con especial atención sobre mi.  — Sería mejor que no se desvelen tanto, mañana comenzaremos a las ocho en punto.

En respuesta puse los ojos en blanco, sabía que estaba echándome en cara mis constantes salidas de fiesta, algo que no pretendía dejar de hacer, por supuesto. Yo funcionaba muy bien tal como estaba y no creía que por acostarme mas temprano podría iniciar el día antes.

—El que no vive si no persigue chicas— Murmuró Georg, a lo cual respondí con una sonrisa irónica.

—Yo estoy hambriento, ¿alguien mas se apunta para cenar?— Inquirió Gustav.

—Yo escojo…—

—El restaurante. — Bill completo mi frase, lo cual hizo que los demás aplaudieran en forma burlona mas que por asombro, algo que solían hacer constantemente tratándose de mi hermano y yo.

—Y ahí esta esa cosa de gemelos, otra vez— Agregó Gustav con su ya acostumbrado tono serio, su expresión inescrutable que constantemente se dibujaba en su cara podría tacharse de mal humor, en realidad él simplemente era así.

—¿Alguien sabe por qué David se ha marchado con tanta prisa?.— Pregunto Bill.

—Es tan obvio como que se llama Maggie. — Respondí. La apresurada marcha de nuestro Manager nada mas decir basta con las grabaciones no podría ser mas que por una chica, algo que yo habría hecho también.

—¿Quien es Maggie?— Quiso saber Gustav, que curiosamente ya no tenia las narices pegadas al teléfono.

—Quien mas sino la nueva novia de David— Le respondió Georg, quien se puso en pie y dio una perezosa vuelta en busca de su chaqueta que encontró justo donde había estado él.

Verle moverse tan lento y esforzándose por mantener los ojos abiertos me ponía de los nervios, así que fui el primero en ponerse en marcha. Era obvio que su cansancio no le permitiría conducir así que al llegar a nuestros vehículos pensé en ofrecerme para llevarlo a nuestro hogar temporal y así acabar con su sufrimiento. Para mi fortuna Dunja, una de nuestras asistentes, se encontraba aun en el aparcamiento del edificio y fue ella quien al final se hizo cargo de él.



Después de una cena tranquila en el restaurante que Bill y yo habíamos elegido, por supuesto, decidimos marcharnos al hotel para descansar, fue Gustav quien esta vez decidió irse de fiesta, consiguiendo que  Patrick, nuestro segundo Productor, fuera su compañero de juerga.

Nuestro trabajo estaba dividido entre Berlín y Los Ángeles. Siendo actualmente esta segunda ciudad en la que Llevábamos casi dos meses trabajando en el estudio que habíamos alquilado, aunque, debíamos volver a Berlín y continuar ahí con las grabaciones. Para mi hermano y yo, California era uno de nuestros lugares favoritos, siempre resultaba divertido salir por las calles y sentir esa libertad de ir por todos lados sin nuestro personal de seguridad, algo de lo que en Europa no podíamos disfrutar. Alemania era nuestro hogar y siempre lo sería, pero escaparse un poco del alboroto de los fans siempre era refrescante.

—Anda, suéltalo— le dije a Bill, rompiendo así con el silencio que se había estancado dentro del auto de camino al hotel.

—¿El qué? — Dijo él mostrándose indiferente al tiempo que miraba por la ventanilla.

—Eso que quieres decir y que prefieres no hacerlo— Le respondí dándole una fugaz mirada.

—¿De qué hablas? — Esta vez él se volvió, fingiendo que no entendía lo que le estaba diciendo.

—Vamos Bill, que te conozco mejor que a mí mismo; dime porque esta noche no estás atosigándome con tus largas conversaciones, como siempre lo haces. —

—Nada, es solo que no me apetece hablar, eso no tiene nada raro— respondió y después volvió a ignorarme.

—¿Comenzaremos con los secretos ahora? Sabes que puedo leerte mil veces mejor que nadie — le hice saber animándolo a que me contara lo que yo prácticamente ya intuía pero que prefería que él lo dijese.

—Es solo que a veces estoy cansado de esto — dijo al fin. Su voz hacia merito con lo que acababa de decir y eso me preocupó un poco.

—¿De qué, de seguir con tus sueños por lo cuales has trabajado terriblemente?— Inquirí, sabiendo que habíamos llegado al punto importante de la conversación.

—No, sabes de sobra que amo la música igual que tú- — me aclaro en seguida.

—Ya, es mas que eso. —

—Si. —Respondió. Cuando Bill estaba deprimido, tendía a mantenerse extremadamente tranquilo y eso me hacia sentir estresado, eramos como dos polos opuestos la mayoría de las veces en cuanto a sentimientos.

—Y qué hay de aquella chica, ¿Cómo se llama? Creo que su nombre era Isabella, ¿no?— Siempre era tan sencillo hablar entre nosotros, no hacían falta tantas palabras para saber lo que nos sucedía, y si el uno se negaba a hablar, el otro insistía diciendo exactamente lo que el uno se negaba a compartir.

—Bella— Me recordó Bill sin muchos ánimos. —Pero igual sabes como yo que fue nuestra compañera del colegio y no fue muy amable que digamos, pero claro, ahora que soy famoso y nos volvemos a encontrar, sí que le importo. —

—Vale, esa fue una mala sugerencia.— acepte, aún recordando nuestra mala etapa de estudiantes en donde por ser aparentemente diferentes no éramos muy apreciados por nuestros compañeros e incluso los profesores.

—Eso es lo malo Tom, que nunca se quien es sincera y quien solo quiere sus cinco minutos de fama para después divulgarlo con medio mundo. —Agregó, le notaba molesto y sabia que lo estaba en verdad, los ligeros golpes de sus dedos contra su rodilla era uno de esos tics que lo delataban.

—Bill, ni siquiera vale la pena molestarse con eso.— comente en tono tranquilizador— nunca ha sido del todo fácil para nosotros, y llevamos el suficiente tiempo en esto como para saber que no siempre podemos confiar en todos.

—Ya lo se, es solo que estoy aburrido de tener que cuidar todo lo que hago siempre. —

A diferencia de mi hermano, yo era el más rudo y digámoslo así: era el gemelo insensible si a cuestiones de amor se refiere, mientras que Bill era el sentimental y romántico que siempre esperaba algo mejor, yo había preferido ser más pasional y dedicarme a tener un amor diferente casi cada noche en mi cama. Cosa que él y yo no compartíamos en absoluto.

—Sabes lo que pienso de eso. — Le hice saber.

—Ya. Que debería actuar mas como tu y menos como yo, socializar más y pensar menos en las consecuencias. — Agregó en tono irónico.

—Somos humanos como cualquiera y siempre vendrán personas falsas, pero mientras nos apoyemos el uno al otro, lo demás no va destrozarnos. — puntualice, haciendo énfasis en lo último.

En respuesta, Bill sonrió, pues sabia que eso era completamente cierto, que al final de todo, siempre eramos él y yo enfrentando lo que viniera.




Por cierto, te apuesto a que Gustav llegará al hotel ahogado de borracho mientras Patrick lo arrastra hasta su habitación. — Repuse, sonriendo y cambiando así de tema.

—No lo sé — me respondió, cambiando su semblante a uno mas animado. —Creo que esta vez evitará combinar tanto alcohol, pienso que no querrá pasar por lo mismo que la última vez, ¿lo recuerdas? —

—¿Cuándo alucinaba que abrazaba a su madre y en realidad se trataba de mi?. Claro que lo recuerdo, al día siguiente lo negó todo, por lo cual aseguré que la próxima vez lo grabaría. —

Ambos reímos al recordar aquel episodio. Un Gustav sollozante que le hablaba a su madre contándole cuanto la echaba en falta mientras yo intentaba soltarme de su fuerte abrazo.




Al llegar al hotel estábamos tan cansados que nos despedimos inmediatamente y cada uno se dirigió a su respectiva habitación. Me detuve en el cuarto de baño para asearme y una vez que me deshice de toda ropa me deje caer sobre la cama, perdiendo la noción de todo unos instantes después.

A la mañana siguiente los cuatro nos reunimos para el desayuno en uno de los restaurantes del Hotel mientras Gustav hacía alarde de sus aventuras en Soho House uno de los clubes mas exclusivos de L.A. en aquella ocasión me había equivocado pues fue Patrick quien había sucumbido al alcohol, razón por la cual no se encontraba entre nosotros en aquel momento, seguramente sufriendo una descomunal resaca.

Después del desayuno, todos nos dirigimos al estudio, eran poco mas de las Ocho pero a David no pareció importarle mucho, incluso parecía feliz, lo cual yo personalmente adjudicaba a la todavía desconocida Maggie.

El día consistió en grabación tras grabación, dos horas de almuerzo y nuevamente al estudio. Mi hermano y yo disfrutábamos tanto del proceso de producción que nos negábamos siquiera a sentirnos cansados. Me gustaba pensar en aquello como una aventura de conocimiento musical mas que como un trabajo.

—Eso se escucha excelente, Bill. ¿Podrías mantener esa nota alta la próxima vez?— le pedí hablándole por el micrófono para que pudiera escucharme desde el interior de su cabina.

—Vale, Comenzare de nuevo desde el estribillo, después la grabamos completa.— anunció.—

Yo le respondí afirmativamente, mostrándole mi pulgar arriba y me dispuse a encargarme de los controles.

—David, escucha esto, son los acordes de ayer y creo que van a la perfección con el coro.— Le pedí mientras mi hermano se preparaba.

—Cierto, eso suena genial — respondió este entusiasmado, después de escuchar la grabación. —Gus, cuando Bill termine con la frase “we take it in slow motion”, tu ejecutas los redobles para reforzar la melodía.

El aludido asintió con un movimiento de cabeza, concentrándose en lo que tenía que hacer con su batería. Patrick eligió aquel momento para hacer acto de presencia, no se le veía del todo bien aunque ya no se quejaba de lo mal que lo llevaba. Lo peor había pasado.






El día había transcurrido mas rápido de lo que esperaba, teníamos gran material y eso era muy satisfactorio, así que por decisión unánime decidimos ir a un restaurante, comer y tomar unas copas para celebrar un poco, incluso Patrick se había apuntado.

Al llegar Patrick solicitó un lugar tranquilo y discreto, claro, nuestro plan era pasar desapercibidos y por ello Bill llevaba el cabello en una coleta baja y una gorra oscura,  ya que la mayoría de las veces era a él a quien más reconocían por su estilo llamativo.

Antes de conseguir llegar a nuestra mesa, un par de chicas nos reconocieron e inmediatamente nos interceptaron para pedir algunas fotos y autógrafos.

—¡Oh dios! ¿ pueden darnos un autógrafo?— Pregunto una chica acercándome un bolígrafo y un cuaderno de apuntes.

—Claro — le respondí, obsequiándole una de mis mejores sonrisas.—

—Bill, eres mucho más guapo en persona— dijo la otra, con el rostro lleno de emoción, era obvio que mi hermano era su favorito pues solo le prestaba atención a él.

—Gracias — respondió el aludido un poco sonrojado mientras firmaba también en la libreta.

—¿podríamos hacernos una foto con ustedes? — preguntó la bonita chica de pelo rojo.

—¡Ooh, claro! Ven acá — la anime con una sonrisa que tal parece la emocionó aún mas, los cuatro sonreímos a la cámara mientras que ellas se posicionaban entre nosotros, la que parecía obsesionada con Bill se pego tanto a él y lo rodeo de la cintura que mi hermano sonrió un tanto nervioso, situación que resultó divertida. Fue Patrick quien se encargo de realizar la foto, tomando la cámara que le ofreció la pelirroja y con la cual hizo un par de capturas antes de devolvérsela.

Después del pequeño meeting mi hermano amablemente se alejo de la joven que parecía no querer soltarlo jamás. Les agradecimos por su apoyo y nos despedimos de ellas. Instantes después cuando el camarero nos guiaba hacia nuestra mesa, las dos chicas no nos perdieron de vista y pude escuchar el ligero sonido de la cámara de lo que me parecieron por lo menos tres fotos más.

Nos dispusimos a ordenar nuestra comida a pesar de que aun nos sentíamos observados, a mi no me importaba, a Bill en cambio, le ponía nervioso e incluso le parecía ridículo que las fans encontraran interesante verle comer o hacer hasta las cosas mas insignificantes.

Mi hermano y yo coincidimos en ordenar pasta mientras que Georg estaba indeciso entre el salmón o un filete, al final se decantó por lo segundo.


—¿Has comenzado de nuevo con la dieta, Gus?— le pregunte en tono de burla mientras señalaba con la mirada su insípida ensalada con pequeños trozos de Salmón.

—No, solo quiero la ensalada de salmón— me respondió tajantemente y fingiendo indignación — ¿a caso piensas que necesito estar dieta?

—Prefiero no responder a eso— Conteste, ocultando una sonrisa con lo cual él respondió poniendo los ojos en blanco. Para Gustav el tema de la comida era algo sagrado, aquello lo llevaba algunas veces a ocupar su tiempo libre en visitar nuevos lugares para probar comidas distinta, algunas veces incluso yo me apuntaba a ellas.

—Así que, ¿Quién viene conmigo esta noche? — Pregunte a los tres, durante el trayecto hacia el hotel.

—A mi solo me interesa dormir — Respondió Gustav, recostado en su asiento— Ya he tenido suficiente de fiestas y de alcohol esta semana.

— Te estas haciendo viejo, antes, dos noches de juerga seguida no eran problema. —Me burle.

—Se le llama madurar, por si aun no conocías ese termino.— Objetó en tono serio.

—Soy tan maduro como se podría ser, es solo que también necesito divertirme. Como todos, Gustav, como todos. —

—Ya. — Se burlo él con una risa irónica.

—¿Qué tal un par películas? — Agregó Bill. Gustav y Georg aceptaron de inmediato, por lo cual lance un bufido. ¿Cómo era posible que desperdiciaran el tiempo que nos quedaba en L.A. encerrados en casa, cuando podían salir y divertirse sin tener que lidiar con el horror de ser asediados por todo el mundo. Simplemente no lo comprendía, así que decidí no insistir, si ellos se negaban, yo haría mi propia fiesta solo.





A petición de mi hermano, había pasado los últimos treinta minutos frente al televisor intentando entretenerme con aquella película, pero entre tantos disparos, bombas y autos a toda marcha, lo único que conseguía era desesperarme. Me sentía encerrado entre muros.

—¡Suficiente! — interrumpí al tiempo que saltaba del sofá.

—Ssshhhhh— Fue la respuesta que recibí, seguido de una mirada de reojo de mi hermano.

—Me largo, no soporto estar aquí sentado— Me queje, a lo que Gustav y Georg respondieron con protestas.


—¿Iras solo?— Inquirió Bill.

—¿Por que no? —

—Porque deberías llevar seguridad, por lo menos a Maden. — Sugirió mi hermano, que ahora me prestaba toda la atención.

—Bill, esto no es Alemania, fuera no hay ningún camping de chicas esperando vernos asomar las narices— Le respondí.

—No creo que sea buena idea— Agregó Georg— David podría molestarse de que salgas solo y ocasiones alguna revuelta.

—No lo hará, si no se entera. Solo estaré fuera un par de horas — respondí, al tiempo que me ponía la sudadera.

—En ese caso, Iré contigo — dijo Bill poniéndose en pie.

—No, ni lo sueñes.— Le advertí. —Ahora soy yo el que no quiere compañía. Tendré cuidado, si eso es lo que les preocupa, no haré nada para llamar la atención, asi que ustedes a su película que yo me ire por mi lado.

—Bien —Acepto mi hermano, captando mi mensaje sin que tuviese que explicarle una razón y volvió a sentarse.

Fui a por las llaves del auto, y desaparecí sin siquiera despedirme, se sentía tan bien ir por mi cuenta, tan solo para tener un momento conmigo mismo, sin agendas ni personas esperando en algún lugar.

Tome el ascensor que me llevaría al aparcamiento subterráneo, teniendo especial cuidado en no toparme con ninguno del personal de nuestra seguridad. Tomé el BMW y me felicite, mientras dejaba el edificio, por mi decisión de salir aquella noche. No buscaba fiesta, ya no, tan solo quería salir de ahí, conducir un poco y quizás detenerme en algún lugar tranquilo para simplemente observar un poco de la ciudad.

Era muy pasada la medianoche y resultaba atractivo y liberador poder hacer aquella rutinaria cosa como conducir a través de una ciudad que tenia mucho por ofrecer. 

















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