Querido lector

Querido lector:

Esta historia es un Fan Fiction dedicado a Tokio Hotel. Publicado entre 2009 y 2013, reeditado en 2015. Por Agatha F.

¡Feliz lectura!

Dekatherine Primera Parte Capitulo 3










Capítulo 3

NO TAN ALTO.





        La noche anterior había sido extraña, y no me refería a mi inesperado encuentro con las fans, eso no era nuevo. Lo verdaderamente extraño era esa chica.

Se le veía realmente asustada a pesar de que se esforzaba por ocultarlo, no había que ser un genio, solo bastaba con observar un poco y darse cuenta de que algo la atormentaba o que alguien iba tras ella. Tampoco entendía por que le estaba poniendo tanto interés, era solo una chica a la que había visto una vez y sin embargo, no podía quitármela de la cabeza. Bill solía decir que en la vida, existían ese tipo de personas, las cuales se cruzaban en nuestro camino en algún momento de nuestra vida y sin importar que solo fuese un instante, estas conseguirían cautivarnos. Yo jamas creí en eso, tampoco lo creía ahora, para mi no tenia ninguna lógica.  Aún así, cada vez que mi mente evocaba ese rostro delicado, de piel blanca y limpia, esa mirada tierna y al mismo tiempo seductora junto a unos labios tentadores, mi cuerpo reaccionaba por si solo, deseando algo, quizás el volver a verla, no lo entendía y eso me molestaba.

Una vez mas mi mente tomo el control trayendo imágenes de un cuerpo delgado y de piernas largas digno de ser admirado en cualquiera de esas revistas de moda. Una estatura media, calculaba yo. 


En qué piensas Kaulitz — Preguntó Gustav, sacándome de mi ensoñación.

—En nada que te apetezca saber, Schäfer — Respondí mientras me acomodaba sobre la silla giratoria.

—¿Y eso incluye alguna chica? — Agregó, su atención estaba puesta en la partida de póquer que jugaba con Bill.

De ahí que no te interese.— respondí.

—La cual, y sin temor a equivocarme, te interesa más que tu decena de chicas usuales.— 

—¡Schäfer, tu nivel de observación si que me sorprende!— Puse una mano sobre mi pecho, fingiendo asombro.

—Yo lo llamo convivencia de más de diez años, se como piensas, Kaulitz, lo se— Sus palabras venían acompañadas con una seria mirada de soslayo que me hizo sonreír.


¿Cómo piensa quién? — preguntó Georg apareciendo en el umbral de la puerta.

—Lo de siempre, Tom más chica, chica más Tom.— Respondió Bill, sin apartar la vista de sus cartas.

—¿Otra en tu lista?— Quiso saber Georg.

—No, en realidad solo la vi un instante.

Los tres se miraron entre si, sonriendo de manera irónica. Sabia lo que pensaban, que solo era cuestión de tiempo para que lo de ella terminara  como con todas las anteriores, después de eso ya no seria novedad.

— Y no creo que vuelva a verla en la vida.— Agregue y como esperaba, aquello atrajo mas su atención.

—¿Y la dejaste ir solo así? — volvió a preguntar Georg—

—No la deje ir, fue ella quien se marchó

—Alguna vez tenía que pasar—Murmuró Gustav.

—El punto aquí—Hice una pausa y sonreí. —Es que no puedo dejar de pensar en ella. 

Al escuchar aquello, mi hermano alzo una ceja. Obviamente estaba interesado en la chica desconocida que había atraído mi atención y que se fue sin antes pasar por mi cama.

Mi intención no era mantener mi encuentro con la rubia de ojos verdes en secreto. Así que me dispuse a contarle lo que había ocurrido, incluso la aparición de las fans, de los cual me arrepentí un momento después.

Te dije que no llamaras la atención — Me reclamo Bill—

—Nada malo ocurrió, solo les di algunos autógrafos y fotos.— Le hice saber.

—Thomas, sabes que la prensa siempre hace un escándalo de cosas que parecen insignificantes— Continuó mi hermano.

—Bill, ya te dije que esto no es como en Europa, lo puedo manejar muy bien. ¿Cuál es tu problema?— 

—Tu, por supuesto.— Espetó. Dejo caer las cartas y se levanto de su silla mirándome enfadado. A veces mi hermano adoptaba una actitud sobre protectora cuando yo actuaba de forma temeraria, situación que me divertía al principio pero que al final terminaba por frustrarme.

—Por cierto Gustav, Perdiste.— Culminó y seguidamente abandonó la  sala.

El aludido echó un vistazo a las cartas que Bill había arrojado sobre la mesa.

—¡Joder, no otra vez!— Se quejo, Tirando sus propias cartas y dejándose caer en el respaldo de la silla.

—Tom y Georg, necesito de los dos por aquí.— David asomo la cabeza por la puerta, después desapareció. En doce horas partiríamos a Berlín, así que nos encargábamos de los últimos detalles en el estudio.

— ¿Y era guapa?— Quiso saber Georg cuando ambos nos dirigimos en pos de nuestro manager.

—No te imaginas cuanto— Respondí, haciendo énfasis en la frase.










        —Prométeme que llamaras en cuanto llegues —Pidió Andy tomándome por los hombros y atrayendo mi mirada con la suya.

—Prometo, por quinta vez, que llamaré en cuanto ponga un pie en el apartamento. Así sabrás que he llegado sana y salva.— Le hice saber con tranquilidad.

Tía Andy a veces solía ser un poco histérica cuando se trataba de mi. No toleraba nuestras despedidas, por muy cortas o largas que estas fueran. Eso me resultaba gracioso, pues se tomaba su papel de madre muy enserio. Con ella nunca me aburría y existían ocasiones en que era yo quien se tomaba todo tan enserio cuando ella optaba por el mantra de "vive el momento", en verdad que iba echarla mucho de menos. Echaría en falta su actitud sobre protectora, su insistencia en las cosas a las cuales yo me negaba y su irreemplazable calor maternal.  Me dolía dejarle, pues era gracias a ella que yo me mantenía en pie hasta ahora.

No tienes ni idea de cuánto voy a extrañarte — Exclamó, envolviéndome en un fuerte abrazo al cual yo correspondí de inmediato.

Yo también voy a extrañarte horrores — Agregue, sentí las lagrimas deslizarse por mis mejillas y supe que era inevitable esconderlas.

Te quiero Andy — Le susurre al oído.

Yo mucho mas, mi pequeña — respondió entre sollozos y sin soltarme.

Nos separamos un minuto después, sintiendo la necesidad de volver a colgarme de su cuello y no soltarla nunca. Su rostro reflejaba tristeza al igual que debía hacerlo el mio.

Prometimos no llorar — dijo mientras enjugaba mis lagrimas y yo las suyas.

Andy, Andy. Cuanta falta me hará mi tía favorita.— Exclamó Tammy escabulléndose entre nosotras para darle un abrazo.

Y yo a ti, pequeño demonio — respondió con una sonrisa— Espero que cuides ella como yo lo haría.

—Me costará una vida, pero lo haré.— Bromeó mi amiga—

Yo puse los ojos en blanco, en realidad no había necesidad de decirlo, pues sabia mejor que nadie lo tan enserio que Tammy se tomaría ese papel.

Una voz femenina anunció nuestro vuelo haciendo que ellas se separaran entre suspiros. Andy me sonrió y yo le devolví el gesto, ambas convencidas de que había llegado el momento.

Bien, aquí vamos — Suspiré.

—Cariño, cuida de ti, por favor.— Suplicó mi tía y seguidamente beso mis mejillas. — Sabes que no importa la hora que sea, puedes llamarme. ¿Entendido?

Entendido.— respondí, tratando de no soltarme a llorar ahí mismo.— No te desharás de mí tan fácilmente, solo me voy por un tiempo.

Te quiero Dekatherine — Ella volvió a abrazarme llorando.

También te quiero, Andrea — respondí, conteniendo mis emociones. No quería llorar frente a ella, si lo hacia, no estaba segura de poder marcharme después. Nuestra separación mas larga había sido de tres semanas, cuando me había inscrito en un campamento de verano, ahora era diferente. Estaría fuera de casa por un tiempo aproximado de tres años, eso era demasiado tiempo para nosotras.

Te quiero mamá — Escuché sollozar a Tammy.

La mujer le decía algo al oído y entre lagrimas la abrazaba con fuerza.

Deka, ¿puedo darte un abrazo?— Pidió Monique, tirando de la manga de mi suéter.

—¡Claro Moni, ven aquí!— Acepte, poniéndome en cuclillas para estar a su altura— a ti también voy a extrañarte mucho.

Yo también, regresaras ¿verdad? — quiso saber. 

Claro, aunque cuando lo haga tu habrás crecido un poco.

—No me importa, así podremos hablar de cosas de chicas— Monique sonrió de manera adorable.

—Por supuesto, podrás unirte a nosotras y hablar de chicos.

—De chicos no— puso una cara de desagrado.— hablaremos de maquillaje, ropa y esas cosas.

—No hay problema— Le sonreí.

Monique era la hermana pequeña de Tammy, una chiquilla de cuatro años, tan alegre y divertida como su hermana mayor. Sentía un especial cariño por ella pues la conocía desde su nacimiento. Andy solía decir que le recordaba a mi cuando tenia la misma edad. Era ocurrente, ingeniosa y sonreía todo el tiempo.

La segunda llamada vino un momento después, los abrazos cesaron y mi amiga y yo tomamos nuestro equipaje para unirnos a las otras personas que también abordarían. 

Mire por detrás de mi espalda y nuevamente sentí que una parte de mi se desgarraba. Andy hacia un esfuerzo por dejar de llorar mientras que la madre de Tammy no lo ocultaba. Su padre también estaba ahí, tomando en brazos a Monique que hasta en ese momento comprendía que su hermana se marchaba y lloraba siendo consolada cariñosamente por su padre.


Esto es más difícil de lo que pensé— dijo Tammy enjugando sus lagrimas con los dedos.

Yo asentí, prefería no decir nada pues el nudo en mi garganta no me permitía articular palabra.

Pasamos el registro de equipaje y después por el detector de metal. eramos el ultimo grupo en abordar y no tuvimos que esperar mucho para que el encargado sellara nuestros pasaportes.

mientras caminaba pensaba en Andy, en mi, En como seria mi vida de ahora en adelante. En la experiencia de vivir fuera de casa, en una ciudad que me era desconocida. 

Llegamos al túnel de abordaje cuando me detuve de pronto.

—¡Genial!— Eche un vistazo en mi bolso.

—¿Que ocurre? — Pregunto Tammy deteniéndose a mi lado.

—Me he olvidado el pasaporte en el mostrador, Ya vuelvo— Le hice saber, al tiempo que regresaba.

—Date prisa— Me animó.

Me disculpe con la azafata que protesto al verme pasar a toda prisa a su lado pero decidí no le prestarle  atención. 

Para mi alivio, el hombre alzo la mano con mi pasaporte en ella y me sonrió.

— Aquí tienes— Me lo tendió amablemente.

—¡Gracias!—  Lo tomé de inmediato y respondiendo con el mismo gesto.

—Que tangas buen viaje— El guiño el ojo de manera picara. 

Yo asentí y volví sobre mis pasos, no sin antes estamparme de lleno contra alguien. El impacto me hizo trastabillar y casi caer, de no ser porque un fuerte brazo me sujeto por la cintura.

Lo sien.. — Mi disculpa se quedo incompleta al ver el rostro de la otra persona. 

¿Cuantas probabilidades habían de que aquella situación ocurrieran dos veces? Yo pensaba que ninguna. Pero la realidad era que estaba frente a él otra vez.

Su mirada se encontró con la míaquedándose ambas unidas y suspendidas por un instante que me pareció eterno.

¿Tú nuevamente? — Sonrió sorprendido.

—Hola— Le salude. Esperando que mis ojos no lucieran hinchados después de tanto llorar.

"Este es el ultimo llamado a los pasajeros del vuelo numero 4234, con destino a Berlín, por favor presentarse en puerta ocho"

La voz de los altavoces me hizo recordar que no tenia tiempo que perder. Tom, que aun me sujetaba por la cintura, se hizo a un lado soltándome.

Lo siento, otra vez no te vi—  Me disculpe, al tiempo que pensaba que era ilógico que volviera a encontrarme con él en las mismas circunstancias.


—Señorita— Gire la cabeza para ver a quien me había llamado. — Debe abordar de inmediato.— Me indicó el chico que me había entregado el pasaporte.

—Vale— Le respondí con una sonrisa. Cuando me volví hacia Tom, este fue interceptado por un hombre alto y robusto, su guardaespaldas, pensé.


—Se hace tarde— Le dijo él.

Tom, que aun me miraba, reacciono entonces y le presto atención.

—¿Ya? — Inquirió en un tono de protesta.

El hombre asintió.

Rayos, ¿que hago aquí?— Pensé al mismo tiempo que me puse en marcha. La que no tenía mas tiempo era yo y tenia que correr para no perder el vuelo.

Lo siento, debo irme.— Me despedí improvisadamente sin siquiera esperar una respuesta.

Detrás de mi pude escuchar un "espera" de parte de Tom el cual preferí ignorar. Aunque antes de adentrarme al área de abordaje mire hacia atrás. El chico seguía ahí, mirándome en silencio mientras el guardaespaldas permanecía a su lado.

Al llegar me deje caer en el asiento junto a Tammy, agitada por la pequeña carrera que había hecho para llegar antes de que cerraran la compuerta del avión.

—¿Por qué rayos has tardado?— Pregunto preocupada.

—No me lo vas a creer— Le sonreí.

—Pues habla, que casi no consigues llegar

De verdad que no lo vas a creer— volví a decir, esperando con ello despertar aún mas su curiosidad, sabia que esto le encantaría.

Suéltalo, Deka, que estoy a punto de ahorcarte. — Increpó ansiosa.

No necesite mas de dos minutos para que su rostro se llenara de emoción al contarle sobre mi breve encuentro con Tom. Obviamente no le mencione que esta había sido la segunda ocasión, aquello pretendía guardarlo solo para mi.

—¡Rayos, por que no fui yo quien olvido el pasaporte!— Farfulló.

Yo sonreí, no era un secreto que Tom Kaulitz era el amor platónico de mi amiga y que uno de sus deseos era poder conocerlo muy pero que muy personalmente, ambas eramos fans de su música, aunque si de ser una fanática empedernida se trataba, Tammy  llenaba esa cuota por las dos.

—¿Hablo contigo, que te dijo? Quiso saber, cruzándose de rodillas y acercándose a mi con actitud ansiosa.

—Pues nada, solo hemos dicho "Hola" y ya esta, después he tenido que correr hasta aquí.

—¿Solo eso? ¡Hola!— Tammy lucia decepcionada. — ¡Es que no te ha parecido irresistible, guapo, no se... lo que sea, pero ¿un simple hola?

—Solo eso. — Le sonreí a manera de disculpa.

—La próxima vez que salgas a la calle y te encuentres con él, deberás llamarme, Deka.— Sentencio, clavando los ojos en mi.


—Es enserio— La mire con los ojos entrecerrados.

—Tendrás que hacerlo, no te perdonare si lo ves de nuevo y yo no estoy ahí. Lo sabes— Su rostro serio me decía que no estaba de broma.

—Tamm, estamos de camino a Alemania, no creo que...

—Por supuesto que si, Es Alemania.— Me interrumpió. Yo no creía que pudiese existir una tercera coincidencia entre Tom y yo. Me parecía demasiado increíble pero aun así, asentí con la cabeza y guarde silencio, Tammy podía ser imposiblemente obstinada cuando se lo proponía. 

La azafata se acerco a nosotras y pidió que ajustáramos nuestros cinturones de seguridad pues el avión estaba listo para despegar.

Mire a mi amiga y esta sonrió al igual que yo. por dentro sentí nuevamente esa mezcla de tristeza y emoción y pude intuir que ella experimentaba algo también parecido. Por fin estábamos partiendo, y pronto comenzaríamos una nueva vida

Durante las largas horas de trayecto Tammy y yo hablamos de nuestros planes, Los lugares que visitaríamos para conocer la ciudad antes de comenzar con nuestros estudios, las nuevas personas a las que seguramente conoceríamos. Todo sonaba genial y esperaba que así fuese pues haría mas fácil el que pudiese sobrellevar la separación de Andy de una mejor manera, me atrevía a pensar incluso, que lograría acostumbrarme en pocos días.

Después de expresar nuestras expectativas no hubo mucho mas de que hablar así que Tammy fue la primera en caer dormida. Yo me permití pensar por ultima vez en lo que dejaba en L. A. de lo que esperaba en los días próximos y en que deseaba con todas mis fuerzas ser lo suficientemente fuerte como para no dejarme caer en ese lado oscuro del que siempre trataba de huir. Quería sentirme parte de algo, hacer cosas importantes que llenaran el vació que existía en mi. Una vez que hice a un lado aquellos pensamientos preferí escuchar música para relajarme y cerré los ojos. inmediatamente el rostro de Tom se presento en una imagen casi nítida, con lo cual sonreí. Aun no sabia por que me gustaba tanto su sonrisa pero me alegraba tenerla presente.









        Edestino— Pensé y enseguida sonreí por lo absurdo que me pareció ese razonamiento

Nuestro segundo encuentro era tan parecido al anterior, y en ninguna de las dos oportunidades fui capaz de conseguir su nombre.  En la primera ocasión su belleza me había cautivado, en la segunda, suponía que también, ademas de la sorpresa de volver a verla. En realidad no esperaba que eso ocurriera nuevamente cuando fui a solicitar información sobre nuestro vuelo retrasado. 

Me es difícil deducir en que piensas,  — Comentó mi hermano que me miraba con curiosidad mientras me acercaba, escoltado por Roman, nuestro seguridad.

—Creo que no lo creerías ni aunque te lo dijera— Respondí, fui a sentarme a su lado permaneciendo callado, no quería que nada me distrajera de grabar su hermoso rostro en lo mas profundo de mi memoria.

—Tienes cara de estúpido, que lo sepas.— Agregó con el ceño fruncido.


—Silencio — Le pedí abruptamente y de reojo le vi poner cara de pocos amigos.

—La he visto otra vez— Dijo un momento después.

—¿La chica?— Inquirió sorprendido.Yo asentí.

—Dónde

—Aquí, en el aeropuerto, hace unos minutos.

—Ha tomado un vuelo, a Alemania.

—Es enserio— Bill abrió mucho los ojos y seguidamente sonrió.— No me lo creo. Nuevamente asentí.

—¡Vaya! el mundo si que parece pequeño.

—¿Has hablado con ella?

—No

—¿Sabes siquiera su nombre?

—No, se ha marchado antes de que se me ocurriera preguntar.

—Si no te conociera, diría que estas perdiendo tu toque— Se burlo Bill.

—¡Cállate!— 

Mi enfado le hizo reír. Gustav como era de esperar tenia las narices pegadas al móvil sin mostrar interés, mi hermano se acerco a Georg y le contó lo sucedido, con lo cual él también rió burlándose de mi ineficacia en cuanto al ligue con aquella chica. 

Me gustaba pensar en ella, en sus ojos, su piel bonita y en su cabello tan largo y rubio, imaginarme como seria enredar mis dedos en el, en como seria sentir sus labios con los míos. Mis primeros recuerdos de ella no le hacían justicia a los mas recientes, incluso la encontraba ahora más guapa. 


Me mantuve tan concentrado en la misteriosa chica que no me di cuenta de cuanto tiempo había pasado pues de pronto David anuncio que nuestro avión al fin estaba listo.

Los vuelos siempre me resultaban estresantes y agradecía que este fuese un poco mas liviano, siendo que cuando nos encontrábamos de gira nuestro grupo de personas abarcaba desde  David, Patrick, Natalie, personal de seguridad y el staff, eso sin contar todo lo que implicaba transportar todo un escenario. 

Una vez que abordamos me sentí mas relajado, Georg, como siempre, fue el blanco de mis bromas, Gustav decidió dormir y Bill, bueno, el siempre aprovechaba esos momentos para escribir nuevas canciones, decía que el ambiente y las largas horas de vuelo lo hacían tener nuevas ideas. Yo en cambio, me puse los cascos, cerré los ojos y me dedique a pensar en una extensa variedad de nombres para asignarle a mi chica misteriosa, Irene, era uno de mis favoritos.









        No supe cuanto tiempo estuve dormida, pero supuse que habían pasado unas cuantas horas. Desperté en el instante en que la  azafata pasaba junto a mi y con una sonrisa cordial me indico que usara el cinturón de seguridad pues estábamos a punto de aterrizar. Tammy se desperezo y bostezo. 

—¿Ya llegamos? — pregunto somnolienta y echo un vistazo por la ventanilla.

—Estamos a punto— Respondí al tiempo que me ajustaba el cinturón. Ella me imito y bostezo de nuevo contagiandome a mi lo cual nos hizo reír.

El cuello y la espalda me estaban matando pues tan solo habíamos hecho una escala en Düsseldorf con lo cual, había pasado casi doce horas sentada, algo que realmente odiaba al viajar. Di gracias cuando por fin estuvimos fuera del avíon, era un gran alivio para mi cuerpo y mi mente.

Esto es tan... — 

Diferente — Tammy termino mi frase. Eran casi las tres de la mañana y el frió era diez veces mas intenso que en L.A.



—Este es nuestro taxi —señalo el auto que acababa de estacionarse frente a nosotras.

Mientras el conductor se encargaba de nuestro equipaje, aproveche el instante para observar un poco alrededor, No había mucho por apreciar fuera del aeropuerto, pero sin duda, el aire que se respiraba era completamente distinto y eso me emocionaba. Durante el trayecto yo me dedique a mirar por la ventanilla en silencio. Tammy no paraba de hablar y aunque trataba de prestarle atención, mi mente divagaba entre edificios antiguos, luces y personas desconocidas que recorrían las calles. Mis expectativas no eran tan altas como las suyas y pensaba en eso como algo bueno.


De pronto recordé algo que Andy me había dicho hacia meses, cuando le exprese mi idea de vivir en Alemania. Yo había vivido mis primeros años de vida aquí,  no recordaba nada, obviamente y mi intención no era reencontrarme con mis raíces o familiares lejanos, no, nada de eso. yo solo buscaba un cambio, nuevas vivencias en mi vida que me ayudaran a salir de mi zona de confort.




Hola, somos... —

—Dekatherine Burkhard y Tammy Burig, ¿no es así?— Me interrumpió un hombre de amable sonrisa, tendría quizás poco más de cuarenta años y según su gafete en el lado derecho de su camisa, su nombre era Albert, y debajo de este se podía leer la palabra "seguridad".

—¿Cómo lo ha sabido?— Replico Tammy un tanto sorprendida.

—La señora Burkhard me pidió exclusivamente que les guiara hacia su apartamento.

—Ya— Respondimos mi amiga y yo al mismo tiempo. Era normal que Andy hiciera eso, era tan meticulosa  con todo que me hubiese sorprendido si no.

—Pues si, esas somos nosotras— Agregue.

—Entonces, sean bienvenidas— Volvió a sonreír.

—Se lo agradecemos.— Dije con sinceridad y él asintió.

—Por aquí, por favor.— Indicó. y tomo un par de maletas. Tammy y lo seguimos hasta el ascensor.

Albert marcó el numero once en el tablero y mientras subíamos mire a mi amiga que charlaba con él, siempre le resultaba fácil interactuar con los demás, establecer charlas de cualquier tema y lo hacia de una manera muy natural. Yo admiraba eso de ella. 

Las puertas del ascensor se abrieron y Tammy, con dos maletas en mano se apresuro por el recibidor.

—¡Es fantástico!— Exclamó. Yo la seguí con y comprobé lo que ella había dicho.

—Luce mucho mejor que en las fotografías— Agregó.

Albert sonreía complacido, dejó el equipaje junto al que Tammy había dejado caer sin cuidado y esperó.

—Me alegra que les guste, en recepción podrán encontrar a Bruno, él estará aquí hasta la tarde. así que cualquier cosa que deseen consultar, no duden en decírselo.

—Gracias, Señor...

—Pueden llamarme simplemente Albert.— Me indicó. 

—Gracias, Albert.— Repetí.

Él sonrió, Asintió una vez y después se marchó.

—Este lugar ya me encanta— Dijo Tammy, se abalanzó sobre uno de los sofás y cruzo los brazos debajo de la cabeza, suspirando satisfecha.

—Por mi parte fui atraída por el gran ventanal con terraza en donde se podía apreciar una gran parte de la ciudad. Me sentía extraña mientras miraba todos eso edificios llenos de luces. Quería disfrutar de todo como Tammy pero había una pequeña parte de mi que se negaba a hacerlo. Luchaba contra ella diciéndome a mi misma que todo iría bien, que estaba haciendo lo correcto.

Deslice la puerta giratoria y salí al exterior, el frió no me molestaba, en realidad me gustaba. Entonces recordé que debía llamar a Andy así que tome el móvil del bolsillo de mi abrigo y marque su numero.

—¿Deka?— escuche su voz al otro lado de la linea— que alegría escucharte, cariño ¿como ha ido todo?

—Muy bien — Respondí tratando de sonar alegre. — Hemos llegado hace unos minutos y el departamento es hermoso.—

—Me alegra que te guste, mande a hacer algunas modificaciones hace unos meses.— 

—Me lo imagine— Respondí riendo ligeramente. —Y gracias por pedirle a Albert que esperara por nosotras. 

—Sabes que tenía que ocuparme de todo.

—Lo se.

—¿Has visto ya el estudio?— Pregunto, escuche ruidos de movimientos y supe que aún se encontraba en la oficina.

—Aun no— 

—Ah, pues te encantará— Imagine que sonreía al decir aquello.

—¿Te refieres a los libros?— Inquirí

—No, pero tendrás que averiguarlo por ti misma — Respondió en un tono que me hizo sentir curiosidad.

—Lo haré justo ahora, solo espera.— Le indique al tiempo que me ponía en marcha. Subí las escaleras y abrí una de las puertas, aquella era una habitación.

—La ultima del lado derecho— Me indico divertida.

Fui hasta ahí y la abrí. Lo que me encontré no tenía nada que ver con lo que me había imaginado.

—Esto...— Mi sorpresa no me permitió terminar la frase.


No estaba segura si pensar que Andy había exagerado o que era el mejor regalo que jamas me había hecho. Sin duda se tomaba enserio el que decidiera estudiar composición y producción musical pues aquel lugar tenia todo lo que podría necesitar. Un piano de cola de un brillante color negro, 4 guitarras, una de ellas acústicas, un violín, una batería en situada en una esquina así como una consola con diversos botones, un ordenador y bocinas. Toda la habitación había sido acondicionada a prueba de sonido.

Tammy apareció en el umbral de la puerta y se quedo asombrada.

—Vaya— Exclamó, fue hasta el piano y gesticulo un "no me lo creo"

—¡Esto es fantástico, Andy!— Le dije al teléfono. —No tenias que hacerlo.

—Sabia que te gustaría, querida, y lo he hecho porque lo mereces — respondió en un tono satisfecho.

—Pues gracias, es magnifico.— Agregue mientras observaba a Tammy tocar unas cuantas notas en el piano.

—Espero que pronto las dos puedan sentirse como en casa— Agregó mi tía.

—Creo que eso no sera problema, nos gusta este lugar, la ciudad también.— 

—Genial, cariño, eso me reconforta un poco. Por cierto, ya te echo de menos y Sarah también, pero no permitas que eso te afecte, ¿vale?, las dos estaremos bien.

—Yo también les echo de menos.— Admití. Me imagine a Andy sonriendo melancólica y eso me hizo sentir triste.

—Bien, cielo, supongo que deben estar cansadas, si no me equivoco son ya las cuatro de la mañana.

—Es cierto, ha sido un vuelo largo y creo que no hemos visto la luz del sol en mas de doce horas.

—Pues anda, debes descansar, podremos hablar mas tarde.

—Estoy agotada así que te tomare la palabra.— Salí del estudio pues Tammy se había tomado enserio el tema que interpretaba en el piano y se hacia difícil hablar.

—Vale. Recuerda que puedes llamarme en cualquier momento. Hasta pronto cariño.— Se despidió ella.

—Hasta pronto— Agregue unos segundos antes de colgar.

—Muero de hambre— Dijo Tammy saliendo de la habitación.

—¿Es enserio, son las cuatro de la mañana y en lugar de tener sueño, quieres comer?

—Puedo comer a la hora que sea, Deka, ya lo sabes— Respondió, ella bajo las escaleras tarareando una canción que no supe identificar, seguramente para buscar en el directorio algún restaurante que estuviese en servicio. Yo puse los ojos en blanco, el mundo podía acabarse pero Tammy jamas perdería el apetito. 

—Buenas noches, Tamm— Dije diez minutos después. 

—Buenas noches— Contesto, ella estaba acurrucada frente al televisor, esperando por su comida a domicilio. Yo por mi parte estaba tan cansada como para subir el equipaje hasta la habitación que había elegido, así que solo tome un pijama, el neceser y me dispuse a darme una ducha antes de dormir.










        —Es que esta es la segunda vez que pasa— Se quejaba Bill malhumorado.

—Ycálmate, aparecerá pronto— Le respondió su hermano mientras se detenían frente a su edificio.

—Lo se, pero me enferma tener que lidiar con esto — Agregó al tiempo que se apeaba del auto seguido de su gemelo. Roman, el seguridad tomo el equipaje de Tom y les siguió hacia la entrada. Una vez que llegaron al ascensor él se despidió y se marchó, dejando a Bill aun con su diatriba. 

Estaban exhaustos del viaje y eso incrementaba el mal humor de Bill. Para fortuna de ambos, su llegada había sido discreta, por lo cual no encontraron fans curiosos o fotógrafos esperando en el aeropuerto, algo que agradecían especialmente en ese momento. 

—Me muero de hambre — Anunció Tom al llegar al apartamento, deshaciéndose de su equipaje en el primer sitio que encontró.

—Como quieras, yo me iré a dormir, mañana tengo que llamar a la aerolínea e insistir otra vez— Respondió Bill aún mostrándose enfadado. Su hermano, simplemente se encogió de hombros.

Tom se perdió en el interior de la cocina en busca de algo que comer, mientras su gemelo se tiraba sobre el sofá, suspirando de cansancio.

— Elena ha llenado la nevera— Gritó para hacerse escuchar, refiriéndose a su asistente en Alemania.

—¿Será por que se lo recordaste al menos unas seis veces?— Respondió Bill.

Un momento después Tom salio con un sándwich y una cerveza, regresando al salón, aprovecharía aquel momento para responder a algunos correos, así como para enviarle un mensaje de texto a su madre para hacerle saber que estaban en casa.

Dejo la comida sobre la pequeña mesa de centro y fue a por su portátil, cuando volvió se encontró a Bill sentado y engullendo su sándwich.

—Oye, prepárate el tuyo, holganzán— Le recriminó.

Esta vez fue Bill quien se encogió de hombros y volvió a darle otra mordida. Tom intento quitárselo pero su gemelo fue mas rápido levantándose y escabulléndose fuera de su alcance.

Él lo dejo estar, también estaba cansado así que se conformó con la cerveza, encendió el ordenador y se sentó en el sofá.

—Toma, te doy de mi sándwich.— Bill le ofreció la mitad de este.

El aludido le miró con cara de pocos amigos y él le sonrió burlón.

Acto seguido Bill bostezo, su hermano, que había aceptado el sándwich, se dedicó a atender sus correos, con lo cual él pudo hacerse con su cerveza y darle un largo trago.

Ahora si, buenas noches— Se despidió triunfal,  el otro gemelo simplemente lo ignoró y dejo que se marchara. 

El día siguiente sería libre para ellos, antes de volver a trabajar en el estudió. ambos tenían planeado dormir hasta muy tarde y después quizás ir a alguna fiesta. 

Una vez que Tom terminó con sus e-mails, se dedico a mirar algunos vídeos en Youtube, se había topado con alguna noticias relacionadas con la banda pero decidió no leerlas, algunas veces esas cosas solo decían basura, todo falso y no era algo de lo que le apetecía enterarse.





















 


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